sábado, 8 de enero de 2011

Cazando dinosaurios en Mongolia


Desierto de Gobi
Durante agosto del 2010, tuve la oportunidad de participar de una expedición paleontológica en el Cretácico del desierto de Gobi, invitada por el que fuera mi co-director de Tesis Doctoral, el Dr. Philip Currie de la Universidad de Alberta y el Dr. Young-Nam Lee, director del “Korea-Mongolia International Dinosaur Project”. Llegué a Ulaanbaatar después de un viaje que me llevó desde Neuquén vía Buenos Aires, Madrid, Frankfurt y Moscú. La capital de Mongolia se ve desde el avión como una ciudad pintoresca, donde las casas de los barrios alejados están pintadas de llamativos colores, recordando un poco al barrio de La Boca. La ciudad está ubicada entre sierras bajas y praderas muy verdes, al menos en esta época del año. El microcentro de la ciudad es más bien del tipo caótico, con un tráfico difícil de descifrar y calles difíciles de cruzar. La gente sin embargo es sumamente simpática, para nada retraída, lo que facilitó en gran manera la comunicación… que por supuesto fue por señas, porque lo único que aprendí a decir en mongolés es “buen día” o “sain- bainu”. 

A la izquierda ciudad de Ulaanbaatar. A la derecha, una vista de las afueras de Ulaanbaatar.
Los paleontólogos participantes conformamos un excelente y variopinto grupo humano, con representantes de Canadá, Estados Unidos, Dinamarca, Japón, China, Corea, Mongolia y Argentina (esta humilde servidora). También contamos con la presencia durante la primera etapa de la campaña, del recientemente premiado por la Society of  Vertebrate Paleontology, el Dr. Rinchen Barsbold, pionero de la paleontología en Mongolia, cuyos conocimientos del Gobi fueron muy enriquecedores. El alto porcentaje de concurrencia de asiáticos trajo aparejada la degustación de platos típicos de los diversos países representados. Por supuesto, todas las comidas, incluyendo las sopas instantáneas del mediodía, se ingerían con palillos. Mi aporte cultural fue una enorme caja de chocolate de Bariloche que al segundo día se había fundido en una pasta uniforme que comíamos con una cuchara; y el infaltable mate, que atrajo mucho la atención y fue probado por todos en una especie de ritual “mate de la paz”, o sea un sorbito cada uno. En un descuido, el susodicho fue dejado atrás en el Gobi (era un lindo mate!) y ahora sano y salvo en la repisa de un amigo en Ulaanbaatar. 

Arriba: 1.Y-N. Lee, 2. R. Barsbold, 3. A. Lindoe, 4. S. Persons, 5. J. Graf, 7. D. Eberth, 12. Y. Kobayashi, 13. N. Kim. Abajo: 1. H-J. Lee, 2. Ganzuren, 3. E. Koppelhus, 4. P.J. Currie, 5. A. Paulina Carabajal, 6. V. Arbour, 10. L. Barsbold
(Foto, gentileza de P.J.Currie).

Desde Ulaanbaatar, nos llevó dos días de viaje llegar hasta el desierto de Gobi (unos 600 km) no tanto por la falta de rutas como por la baja velocidad con la que se movían los camiones que transportaban las provisiones, los que además necesitaban enfriar los motores de tanto en tanto. En Mongolia, no hay rutas pavimentadas que crucen el país, y en el desierto a veces no hay caminos. Se trata más bien de áreas de circulación que los choferes locales conocen a la perfección y por las que se mueven por supuesto sin usar GPS… ! Cada tanto, los choferes- y también nosotros- cumplíamos con la tradición de parar en determinados lugares, y dar tres vueltas alrededor una pila de rocas luego de colocar una, para la buena suerte del viaje.

Viaje hacia el desierto. Camión con provisiones
El paisaje del desierto de Gobi es hermoso, majestuoso, muy parecido en muchos aspectos a la estepa patagónica sur, con sus bad-lands rojizas o blanquecinas, dependiendo de la zona. Sin embargo, es esa sensación de extrema vastedad (y los camellos que aparecen de tanto en tanto), la que recuerda que es un lugar distinto, extraño. A medida que nos adentramos en el desierto, la vegetación va menguando hasta casi desaparecer por completo. Lo mismo ocurre con los nómades, cuyos gers se ven con menos frecuencia. El ger (se pronuncia algo así como “guir”) es la vivienda del nómade. Se trata de una tienda circular, revestida de paneles fabricados con pelo de camello. Las paredes internas pueden estar cubiertas con tapices de variados colores y dibujos. En el centro de la tienda se encuentra una especie de cocina a leña, cuyo fuego se considera sagrado, y se utiliza para calefaccionar y para cocinar, pero en la que no está permitido quemar basura por ejemplo. En el desierto, los nómades se mueven en motos, caballos y camellos, y viven de la cría de ovejas y chivos.

Ger, vivienda de nómades
Con uno de nuestros choferes, usando ropas típicas.
El lugar. Estuvimos trabajando principalmente en un área conocida como Bugin Tsav (“Tsav” significa “cuenca”), al Oeste de Nemegt. Allí se asentó el campamento base, constituido por dos camiones, y tres tiendas de campaña, la más grande de ella con capacidad para 25 personas sentadas (nuestro comedor). Desde este lugar, se organizaban salidas diarias a distintas localidades, a veces todos juntos pero también en tres o cuatro grupos que realizaban actividades diferentes, un poco de acuerdo a la finalidad y el tipo de estudio que estuvieran haciendo los integrantes. Cabe mencionar que en el equipo de trabajo había especialistas en sedimentología, plantas, huevos, huellas, tortugas y dinosaurios de todos los tipos.


Campamento base, Bugin-Tsav.
Además de Bugin Tsav, recorrimos al principio del viaje la cuenca de Nemegt (de dónde proviene el saurópodo Nemegtosaurus) y sus Formaciones Nemegt y Barun-Goyot, como así también otros sitios con valor histórico, en los que aún se observan indicios de antiguas campañas paleontológicas. Un ejemplo, es un sitio en Altan-Ula  conocido como “la Tumba del Dragón” del cual las campañas rusas extrajeron más de 60 toneladas de hadrosaurios allá por la década del 40. En ese lugar, aún se observan incontables elementos óseos in situ, como así también restos de impresiones de piel excelentemente preservadas (ver foto debajo). Lamentablemente, este es otro de los sitios que ha sido afectado por el vandalismo.

Segmento caudal con impresiones de piel,  en la “Tumba del Dragón”.
Los dinosaurios que más frecuentemente fueron encontrados durante este viaje son los hadrosaurios y los terópodos como ornitomímidos, oviraptóridos, el tiranosaurio Tarbosaurus, velociraptóridos y los algo menos comunes therizinosaurios. Excepto por los hadrosaurios y los tiranosaurios, son generalmente dinosaurios de pequeño y mediano tamaño. Los sedimentos que contienen los huesos son generalmente areniscas muy blandas en la superficie debido a la meteorización, lo que permite una muy rápida extracción de los mismos. Por ejemplo el terópodo en el bochón de la foto (ver debajo) fue encontrado y excavado en el mismo día. Por supuesto también nos encontramos con concreciones durísimas que precisaron el uso de martillo neumático, como en el caso de un par de nidos con huevos de terópodo, y en el  caso de los huesos de un saurópodo.

Bochón con esqueleto completo de un pequeño terópodo.
Otros elementos que se encuentran comúnmente son las placas de la coraza de los anquilosaurios. El tamaño de estas placas es tan variable como su espesor. De vuelta en el museo, tuve el pequeño cráneo de uno de estos animalitos en mi mano, y pude apreciar la delicadeza de su forma y la complejidad de la estructura. Son definitivamente cráneos muy extraños e interesantes. Algo que no había visto antes y que también me llamó la atención fue un sitio con huellas de dinosaurio. Estas permanecen in situ luego que el sedimento lindante se disolviera, quedando diseminadas por el suelo a lo largo de muchos, muchos metros. Las huellas más frecuentemente encontradas corresponden a terópodos de mediano tamaño, mientras que las huellas de los hadrosaurios presentan un tamaño mayor.

Huellas de dinosaurio (relleno de la cavidad original)
Fue divertido ver como se emocionaban todos con el hallazgo de los huesos de un saurópodo… tan comunes en nuestra Patagonia, mientras que cada vez que yo veía un hueso de ornitomímido, Oviraptor, Velociraptor o anquilosaurio me ponia súper contenta y para el resto del equipo era…bah, “otro más”! Mientras que la mayoría de los investigadores centraba su atención en las similitudes entre los dinosaurios de Norteamérica y Mongolia, que están cercanamente emparentados (como por ejemplo sus tiranosaurios), el Dr. Currie y yo nos centrábamos además en analizar las diferencias entre los dinosaurios de Mongolia y los de Patagonia. Estas dos regiones comparten básicamente la presencia de titanosaurios y dromaeosáuridos (si bien se han empezado a encontrar evidencias de anquilosaurios en America del Sur y carcharodontosaurios en Asia), pero en un contexto global, lo que buscamos es entender cuáles fueron los cambios evolutivos en la morfología neurocraneana de estos dinosaurios a lo largo del mesozoico.  

No todo es color de rosa para los dinosaurios de Mongolia. Como en la Argentina, la compra y venta de fósiles es ilegal, pero desafortunadamente, y gracias al mercado negro, el número de especimenes vandalizados es bastante alto, y muchos de los restos que encontramos cada día, habían sido encontrados primero por alguien más. Los ladrones se llevan solamente las garras y los dientes, que son más populares en el Internet, dejando a veces importantes secciones del cráneo y por supuesto el postcráneo, que generalmente destruyen en el proceso de extracción. En numerosas ocasiones pudimos rescatar grandes porcentajes de esos esqueletos, pero otras veces el panorama fue bastante desolador.
Esqueleto de Tarbosaurus vandalizado. Probablemente completo al momento del hallazgo, ya que en el lugar había astillas de dientes y fragmentos de cráneo, columna, y apéndices.
El clima durante la campaña fue muy benigno, cálido durante el día (solo pocas veces superó los 35 grados) y algo más fresco durante la noche, lo que permitía un buen descanso. En 29 días solo nos llovieron 3, y hubo una tormenta de viento que duró un día y medio. En cuanto a esto último… subestimé las historias y no recargué con rocas los tirantes de mi carpa, por lo que cuando se desató la tormenta, y me avergüenzo de admitir que esto le pasó a una patagónica, el viento literalmente se llevó mi carpa. A mitad de la noche, cuando todos los tirantes estuvieron libres y la carpa se empezó a mover conmigo adentro, no me quedó otra opción que salir, y sujetarla con todas mis fuerzas hasta que logré colapsarla y ponerle rocas y arena encima. Una vez colapsada, me fui a cobijar en la tienda cocina, envuelta en mi bolsa de dormir. Durante los siguientes dos días, la gente fue encontrando, más o menos cerca del campamento, algunos de los artículos que perdí esa noche, entre ellos medias, ojotas y mi querido sombrerito, que me ha acompañado en tantos viajes.

Trabajando en la lluvia. Foto 13. Vehículos empantanados después de la lluvia.
No vimos animales peligrosos en el Gobi, y tuve un solo encuentro con una serpiente venenosa (¿?) durante toda la campaña. Sin embargo, las que más me preocuparon fueron las garrapatas de camello. En esta época del año, el campo estaba repleto de ellas, y casi parecería que nos detectaban al instante, y a veces era posible ver a 3 o 4 acercándose a uno a gran velocidad. Cada tarde, al volver al campamento, dedicábamos un buen rato a revisarnos todos los rincones del cuerpo, ya que después de haber visto el tamaño alcanzado por una garrapata “llena” fue suficiente para tener pesadillas al respecto (ver foto debajo). Otros animalitos muy comunes en el campo fueron las lagartijas, de las que pude reconocer  al menos 3 tipos diferentes. Me hubiera gustado mucho ver un “zojig” (erizo pequeño) vivo, pero no tuve la oportunidad. 

A la izquierda, garrapata de camello ”llena”, que ha aumentado unas 20 veces su tamaño. A la derecha lagartija. 
En las colecciones del museo de Historia Natural de Ulaanbaatar, estuve estudiando neurocráneos y frontales aislados de dinosaurios terópodos. La gran cantidad de este tipo de material recolectado durante los años que el Dr. Currie ha estado trabajando en Mongolia (casi continuamente desde el año 1986) permitiría realizar algunos estudios sobre el cambio morfológico sufrido por esta estructura durante la ontogenia, que ambos estamos llevando en conjunto. Por su parte, lo más llamativo para mí de las exhibiciones del Museo, fueron los Protoceratops completos y los nidos con huevos de oviraptóridos. Tuve la suerte de ver además los “dinosaurios peleando” originales, par de dinosaurios recuperados juntos, donde un Protoceratops está mordiendo el brazo de un Velociraptor

Museo de Historia Natural de Ulaanbaatar.
Dinosaurios "peleando”
Volví enamorada de Mongolia y de su gente. Este viaje dejó en mí un muy grato recuerdo, además de la experiencia y los amigos adquiridos. Cumplí de esta manera un sueño que venia acariciando desde que conocí a Phil Currie, diez años atrás, que siempre decía que para él había 3 lugares especiales en el mundo donde un cazador de dinosaurios tenía que poner el pie: El Parque Nacional Dinosaurio en Canadá, el desierto de Gobi en Mongolia y por supuesto, Patagonia. Me siento afortunada de haber tenido la oportunidad de seguirle los pasos y cazar dinosaurios junto a él en esos tres lugares.


Dra. Ariana Paulina Carabajal
Av. Córdoba 55 (8318) Plaza Huincul
Neuquén, Argentina.

3 comentarios:

La Rana En Su Charca dijo...

Bien hija, muy lindo tu informe, y por supuesto, saber de vos.
Pa

cathyarv dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ro dijo...

Hola, mi nombre es Rosario Cervio y estoy por viajar a Mongolia para un documental sobre nomadismo.
Me intereso mucho tu crónica y me gustaría poder contactarte para una eventual entrevista que sumaria mucho a nuestro trabajo.
Vamos a recorrer 6000 km de Mongolia en moto durante 60 días. Dalanzagdad es un destino obligado.
Te dejo el Mail del proyecto:

teammongol@gmail.com

Gracias desde ya,
r

Asociación Paleontológica Argentina