En la tarde del sábado 6 de octubre de 1984 muere a los 82 años,
George Gaylord Simpson, para muchos, el más grande paleontólogo del siglo XX.
Su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas en el desierto de los alrededores de Tucson, Arizona, ciudad que lo albergó en sus últimos años de vida.
Se cumplen 25 años de su desaparición física pero su inconmensurable legado científico nos acompaña y nos desafía cada día.
George Gaylord Simpson (G.G.), nació el 06 de junio de 1902 en Chicago y al año siguiente su familia se mudó a Denver (Colorado) donde pasó su infancia y parte de su adolescencia. Con fuertes aspiraciones de estudiar gramática y literatura, a los 16 años ingresó ala Universidad de Colorado y en el segundo año descubrió, en las ciencias de la tierra, su verdadera pasión. Uno de los centros más importantes en geología y paleontología de la época era la Universidad de Yale y, por consejo de uno de sus profesores (Arthur Tieje), se trasladó a esa institución.
No le fue fácil convencer a su director que le permitiera realizar su tesis doctoral con los extraordinarios mamíferos mesozoicos de la “Colección Marsh” y la obtención de su Ph.D. en geología, en 1926, fue el inicio de una carrera brillante y meteórica.
A los cuarenta años de edad ya tenía una posición estable en el American Museum of Natural History (Nueva York), había sido investigador visitante del British Museum (Londres), publicado más de cien trabajos científicos, varias monografías y dos libros. También había liderado dos expediciones paleontológicas a Patagonia, lo habían nombrado miembro de la National Academy of Sciences y elegido presidente de la American Philosophical Society y de la Society of Vertebrate Paleontology.
Después de separarse de su primera esposa, Lydia Pedroja, con quien había tenido cuatro hijas, en 1938, se casó por segunda vez con Anne Roe (1904-1991), quien será su gran compañera hasta sus últimos días. Anne, doctora en psicología, construyó una prestigiosa carrera profesional y entre sus logros se encuentra el ser la primera mujer en ganar un cargo de profesor de tiempo completo en la tradicional y conservadora Universidad de Harvard.
Si bien la especialidad de Simpson fueron los mamíferos fósiles, trabajó de manera incansable y rigurosa, en la mayor parte de los grupos de vertebrados, abordando temáticas diferentes como la morfología, sistemática, taxonomía, bioestratigrafía, paleoecología y paleobiología, entre otras. Además de paleontólogo, también se lo puede reconocer como un biólogo teórico de excelencia, ya que brindó un marco explicativo para las adaptaciones, los mecanismos de especiación y las tendencias evolutivas.
En 1944, publicó “Tiempo y modo en evolución” un libro que se transformaría en un verdadero clásico, donde, con ejemplos paleontológicos, intentó corroborar la hipótesis de los genetistas de la época que proponía que la evolución consistía en “la acumulación gradual de pequeñas variaciones genéticas en el seno de las poblaciones”. Unos pocos años después (en 1949) la Universidad de Columbia publicó otro de sus libros famosos (“El sentido de la Evolución”) que se convirtió en su más grande éxito editorial (su versión en inglés vendió más de medio millón de ejemplares) y que fue traducido a 10 idiomas. Esto le otorgó un bien ganado prestigio y resulta asombroso saber que llegó a publicar algo más de 800 trabajos científicos de su especialidad y más de veinte libros.
Algunos libros de G. G. Simpson publicados en diferentes idiomas
Recorrió los cinco continentes, haciendo expediciones, revisando colecciones, brindando conferencias y recibiendo distinciones y grados honorarios de las más diversas y prestigiosas instituciones del mundo
G. G. Simpson y su esposa Anne Roe en el Museo de La Plata recibiendo la distinción de “Huésped Honorario Extraordinario”. De pie lee la declaración el Dr. Pedro Bondesio.
Con el corazón mirando al Sur. En la década del `20, el millonario banquero Horace S. Scarritt (1893-1949) era uno de los más importantes benefactores del Museo Americano de Nueva York y fue él quien financió dos campañas a Patagonia (1930-31 y 1933-34) con el objeto de recolectar mamíferos fósiles paleógenos para su estudio y para completar las colecciones del museo. G.G., con 28 años, lideró estas dos expediciones y Coley S. Williams fue su asistente de campo.
G. G. Simpson con un chulengo en la Patagonia (1930)
El primer libro que escribió Simpson (“Attending Marvels”) fue precisamente el relato, con lujo de detalles, de su primera expedición a Patagonia. En él, describió los paisajes, la flora y fauna y las costumbres y el lenguaje de sus habitantes. También las meticulosas libretas de campo son una excelente fuente de información de los itinerarios que se realizaron, de las interpretaciones geológicas, los fósiles que se recolectaron y de las vivencias que experimentó el grupo.
Una de las libreta de campo de la “Primera Expedión Scarritt” a Patagonia.
Primera Expedición Scarritt (1930-1931)
El 8 de agosto de 1930, Simpson y Williams se embarcaron en el puerto de Nueva York en el “S.S. Western World” (un barco de pasajeros), con rumbo a Buenos Aires. Los trámites de autorización para la exploración los terrenos patagónicos, se vieron demorados porque fueron sorprendidos por el golpe de estado del 6 de septiembre que terminó con la presidencia de Hipólito Yrigoyen.
G.G. fue un directo observador de los movimientos golpistas y con asombro y minuciosidad los describió en su libro. Casi un mes después de su arribo a Buenos Aires (el 24 de septiembre), pudo embarcarse en el “Ministro Frers”, un buque tanque de YPF, con rumbo a Comodoro Rivadavia. En su diario de viaje, el 11 de octubre, escribió: “Al fin salimos hacia el campo!!! Después de más de dos meses de nuestra partida de Nueva York, miles de millas de viaje, un nuevo mundo, una revolución, semanas de esfuerzo, atrasos y preparación!!!“
Desde Comodoro Rivadavia salieron en compañía de dos geólogos de YPF, uno de origen ruso que poco hablaba castellano y nada de inglés (Alejandro Piatnitzky, 1879-1959) y otro italiano (Ivo Conci, 1901-1951). El contingente se completaba con dos lugareños, Manuel Laurencia de origen portugués y Justino Hernández, nacido y criado en Patagonia, conformando una extraña mezcla de personalidades y de idiomas.
Durante casi dos meses (hasta el 2 de diciembre) prospectaron en la región del Lago Colhué Huapi, recolectando gran cantidad de fósiles de distintas antigüedades en la famosa “Gran Barranca Sur”. Después de una corta excursión de ocho días, al flanco Oeste de la Sierra de San Bernardo, se dirigieron hacia el Norte y establecieron un campamento base la localidad de Cañadón Vaca (al Noreste del Lago Colhue Huapi). En esta área trabajaron hasta mediados de febrero y luego, entre el 18 de este mes y el 22 de marzo, prospectaron el área de Cañadón Hondo (ubicada al Sur del Río Chico), donde recolectaron los que, para ese entonces, eran los mamíferos más antiguos de América del Sur.
Sólo dos semanas trabajaron en Cabeza Blanca, una extraordinaria localidad fosilífera que se había hecho conocida en todo el mundo por el éxito logrado por la expedición norteamericana de 1911 del Amherst College, liderada por Frederick Loomis. El siguiente destino fue el área del Golfo San Jorge donde relevaron el área entre Puerto Visser y Bahía Bustamante y finalmente bajaron por la costa, hasta la localidad de Puerto Deseado, ya en la provincia de Santa Cruz. El 23 de abril, retornaron a Comodoro Rivadavia, embarcaron los numerosos cajones repletos de fósiles, con rumbo a Buenos Aires y volvieron por tierra, arribando a la ciudad de La Plata, unos veinte días después.
Coley Williams, retornó a Nueva York con los fósiles en el buque de pasajeros “S.S. American Legion” y trabajó dos años en la limpieza y restauración de los centenares de restos recolectados. Simpson se quedó en Argentina más de cinco meses (hasta el 10 de octubre), estudiando “la colección Ameghino” en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de la ciudad de Buenos Aires y “la colección Roth” en el Museo de La Plata.
Segunda Expedición Scarritt (1933-1934)
El 9 de septiembre de 1933, Simpson y Williams se embarcaron en el puerto de Nueva York, pero en esta oportunidad el trayecto fue diferente al del primer viaje. Por el canal de Panamá pasaron al Océano Pacífico y por la costa occidental de América del Sur llegaron a Valparaíso (Chile). De allí, por tren se trasladaron hasta Santiago y por vía aérea arribaron finalmente a Buenos Aires.
Luego de dos semanas de trámites, el 10 de octubre partieron en camión hacia las lejanas y ansiadas tierras patagónicas. Primero visitaron niveles cretácicos del Sureste de Neuquén y después de 15 días de trabajo se dirigieron, bordeando el Río Chubut, arribaron a la ciudad de Trelew, donde había acordado encontrarse con Alejandro Bordas del Museo Argentino.
En la primera etapa se dedicaron a explorar los alrededores de Trelew y de la colonia galesa de Gaiman, luego de remontar el Río Chubut, trabajaron en la zona de Paso de Indios y, por último, se dirigieron hacia una zona, para ese entonces aún no mapeada, del centro de la provincia de Chubut. El gran esfuerzo puesto en la búsqueda de fósiles tuvo su gran recompensa el 5 de diciembre, cuando recorriendo un gran anfiteatro natural, conocido localmente como “la Rinconada de los López”, vieron “el suelo literalmente pavimentado con fósiles”. Este sitio, al que denominaron “Scarritt Pocket”, terminó siendo el mayor éxito de esta segunda expedición y en él recolectaron una gran cantidad de restos de mamíferos deseadenses. En el lugar trabajaron dos meses (hasta el 4 de febrero de 1934) y luego visitaron algunas localidades prospectadas en la primera expedición, para reinterpretar la estratigrafía y confirmar algunos datos de campo. A fines de este mes arribaron a Comodoro Rivadavia, y embarcaron los fósiles en un buque petrolero. Simpson y Williams retornaron por tierra a Buenos Aires, por la misma ruta que habían hecho en 1931.
Entre las dos expediciones Scarritt, se recorrieron en el campo, por caminos casi intransitables, cerca de 20.000 km, se prospectaron algo más de 75.000 Km2, se describieron veinticinco localidades fosilíferas, se levantaron 54 perfiles geológicos de detalle y se realizaron interpretaciones de estratigrafía regional. Desde el punto de vista paleontológico se recolectaron centenares de fósiles y si bien, la mayoría corresponden a mamíferos, también hay muchos restos de peces, anuros, cocodrilos, tortugas, serpientes y aves. Todos estos restos en la actualidad se encuentran depositados en la colección de Paleontología de Vertebrados del AMNH de Nueva York.
Mapa del Sur de Chubut y Norte de Santa Cruz mostrando algunas localidades visitadas por G. G. Simpson. En color violeta se marca el área prospectada en la primera expedición a Patagonia y en anaranjado la de su segundo viaje.
Pero Simpson no era un simple recolector de fósiles, sino un científico apasionado, con una formación académica muy sólida y con una capacidad intelectual inigualable. El intento por comprender la historia evolutiva de los mamíferos cenozoicos de América del Sur, fue uno de sus grandes proyectos de investigación y la mayoría de los que hoy nos dedicamos a esta temática, no dejamos de sorprendernos por su inconmensurable aporte y por su genial capacidad interpretativa.
Del estudio de los fósiles que recolectó en estas dos expediciones, surgieron una enorme cantidad de novedades que él supo comunicar en más de treinta trabajos científicos, dos monografías de referencia (“The beginning of the age of mammals in South America”, la parte I de 1948 y la parte II de 1967) y en al menos tres libros: “Attending Marvels” de 1934, “Splendid Isolation” de 1980 y “Discoverers of the lost World” de 1984.
No llama la atención que tanto su primer libro, escrito allá por 1934 (“Attending Marvels: a patagonian journal”) como el último, publicado el año de su muerte, 1984 (“Discoverers of the lost World: an account of some of those who brought back to life south american mammals long buried in the abyss of time”) sean relatos de sus aventuras intelectuales en América del Sur. Léo Laporte, uno de sus más reconocidos biógrafos, destaca este hecho y señala que Simpson completó un círculo y terminó en el punto en que había comenzado.
División Paleontología Vertebrados
Museo de La Plata
Paseo del Bosque s/n B1900FWA La Plata
Buenos Aires- Argentina.
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