Queremos compartir estas sentidas palabras con la comunidad paleontológica como un homenaje a Teresa Sánchez. No es nuestra intención recordar aquí sus destacados méritos científicos, ni su extensa trayectoria docente, ni su intensa labor en la formación de recursos humanos, ni su excelente trabajo de difusión de la paleontología, cualquiera que así lo desee puede ver esta información en un CV. Deseamos transmitir la profunda influencia humana que Teresa nos ha dejado. Es difícil expresar los sentimientos y recuerdos que se agolpan. Hemos recibido una enorme herencia, su entusiasmo genuino por el conocimiento, la dedicación y el compromiso con el trabajo científico, la pasión por la paleontología, la defensa de las convicciones, la honestidad para apreciar los logros ajenos, el valor y la fortaleza para enfrentar las adversidades de la vida. Tuvimos la alegría de compartir innumerables vivencias, interminables discusiones en rondas de mate sobre los temas más dispares, pasando por hipótesis controvertidas, hallazgos científicos novedosos, la realidad política, los desvelos de la existencia, la familia. Algunos de nosotros disfrutamos de esto por largos años, una buena parte de nuestras vidas. Nuestra convivencia fue estrecha, intensa y duradera. Sabía deleitarnos con anécdotas inverosímiles de su experiencia cotidiana y de su vasta experiencia de vida, o con simpáticas propuestas utópicas de cómo mejorar diversos asuntos, nacidas de su visión fundamentalmente optimista de la vida y de las personas. Todos sabemos que no tuvo una vida fácil, el exilio la marcó, pero en cada sitio que estuvo, lo hizo su lugar. Echó raíces profundas en Córdoba.
Le gustaban los cuentos de suspenso, las historias con misterios sin resolver. Ocupó gran parte de sus días dedicada a entender nada menos que el misterio de la vida, maravillándose de ella en todas sus formas y en todos los tiempos. Teresa tenía la capacidad de contagiar esa pasión a quien la escuchara, abriendo los espacios de trabajo con la misma alegría y entusiasmo que lo hacía su corazón.
Teresa tenía una personalidad abierta, leal y afectuosa, era espontánea. Tenía la rara virtud de saber escuchar y ponerse rápidamente en el lugar del otro, con una palabra adecuada y especial para cada uno siempre a mano, poniendo el afecto y la comprensión por encima de todas las diferencias, de una manera natural.
En todos sus roles, como investigadora, docente, paleontóloga, divulgadora, colega, compañera y amiga, Teresa ha dejado huellas. Saber que no vamos a seguir compartiendo el día a día nos produce una profunda tristeza y un vacío enorme, pero también nos alegra haber podido disfrutar con ella todo este tiempo durante el cual todos nos enriquecimos. Teresa impulsó la creación del Centro de Investigaciones Paleobiológicas (CIPAL, FCEFyN- UNC) en el que se desarrollan las más diversas temáticas paleontológicas y fue su directora hasta hoy. El CIPAL agrupa a quienes firmamos esta nota, discípulos, compañeros, colegas y amigos que tuvimos el placer de compartir con Teresa el trabajo cotidiano. Nos dejó repentinamente, estando en plena actividad, nos dejó desconcertados pero firmes frente al futuro, más humanos.
¡Gracias Tere por habernos hecho parte de tu vida!
Beatriz Waisfeld, Emilio Vaccari, Marcelo Carrera, Sandra Gordillo, Andrea Sterren, María José Salas, Verónica Bertero, Rodolfo Foglia, Diego Balseiro, Juan José Rustán, Karen Halpern, Ezequiel Montoya, Sol Bayer, Facundo Meroi, Gabriella Boretto
1 comentario:
Estoy seguro que nos seguirá acompañando por mucho tiempo el recuerdo de “su entusiasmo genuino por el conocimiento, la dedicación y el compromiso con el trabajo científico, la pasión por la paleontología, la defensa de las convicciones, la honestidad para apreciar los logros ajenos, el valor y la fortaleza para enfrentar las adversidades de la vida”. Un abrazo grande para todos. Silvio
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